Conocido oficialmente como el Día Internacional de la Madre Tierra, muchos son los países que se suman a sus celebraciones, pero… ¿es la conciencia que generamos suficiente para frenar su deterioro?
Al otro lado se sitúan los que piensan que la Madre Tierra fue siempre capaz de salvarse a sí misma, y como una mujer empoderada, no necesita que nadie la defienda.
De cualquier forma, este 22 de abril nos unimos para celebrar un día en honor al planeta que sostiene la vida y propaga la belleza en todas las direcciones.
La idea promotora de la iniciativa fue de Gaylor Nelson. Con ella quería ayudar a crear conciencia sobre los problemas de la superpoblación, la contaminación y la conservación de la biodiversidad. El senador estadounidense proponía, así, regalar los “22 de abril» de cada año a la Tierra, rendirle homenaje, reconocerla como nuestro hogar, de la misma forma que lo hicieron antes muchas culturas ancestrales, que demostraban un respeto real y verdadero por su hábitat, entendiendo que la consideración por la interdependencia entre los muchos ecosistemas y los seres vivos que la habitamos, es de vital importancia.
Ojalá que la tuviésemos más presente en nuestros pequeños actos cotidianos. Con todo y con eso, cuando nos venimos arriba, los ciudadanos del siglo XXI demostramos verdadera devoción por la más grande de las madres.
Así en Francia se ha llegado a formar una cadena humana a lo largo del río Loira, que llegó a alcanzar 800km de longitud, con el propósito de concienciar sobre el agua de los ríos en Europa. En Asia, montañistas chinos, soviéticos y estadounidenses recogieron más de dos toneladas de basura del Monte Everest, producto de expediciones anteriores. Unos 35.000 japos, se reunieron en la Bahía de Tokio, en la Isla de los Sueños, un islote artificial construido con basura, con el propósito de establecer un centro de reciclaje temporal.
Estas son algunas de las mejores ideas que hemos encontrado en la red para hacer de la basura motivo de esperanza, camaradería y coraje… Y nos da por pensar si… no sería inteligente situar el ejemplo en el centro de nuestras vidas.